El quehacer filosófico comienza como una necesidad para dar respuesta a cuestiones del cómo, por qué y para qué de todo lo que existe, es decir, el problema del conocimiento.
Sin embargo, el conocimiento no ha permanecido al margen del ideario individual y social del ser humano; al contrario, lo ha acompañado siempre y ha transitado paralelamente con cada uno de los descubrimientos y avances gnoseológicos que éste ha ido alcanzando en el devenir histórico.
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